La Familia de Orestes

Incluiremos en la llamada Familia de Troya al grupo encabezado por el Rey Príamo, último gobernante de estas tierras antes del conflicto bélico con Grecia que culminó en la caída de la ciudad amurallada. Príamo fue quien acrecentó el poderío de Troya y la volvió un blanco envidiable para otros gobernantes.

Este Rey, según relata el mito, fue salvado por su hermana de perecer bajo el castigo de Hércules. El mítico héroe pactó con el padre de Príamo, Laomedonte, que rescataría de un monstruo marino a su hija Hesíone. Esa amenaza marítima había sido enviada por Poseidón. Hércules cumplió con su parte pero luego Laomedonte no quiso pagar la recompensa prometida, desatando la furia abismal del héroe y provocando la caída de toda la familia real.

Podarces (este era el nombre primitivo de Príamo) recibió la ayuda de su hermana para no quedar convertido en esclavo. Hesíone ofreció a cambio de la libertad de Príamo un precio simbólico que fue su velo. De allí en más Podarces fue conocido como Príamo. Según Apolodoro el nombre deriva de príamai, que significa «comprar».

Un dato interesante en la vida de Príamo es que tuvo una afrenta juvenil contra las Amazonas: las mujeres guerreras y matriarcales que igualaban en poder militar a los mejores ejércitos. Esta lucha se remontó a la alianza de Príamo con los Frigios. Más tarde pero joven aún, pudo retomar su gobierno sobre Troya. Su gran gestión devolvió a la ciudad el poder perdido al punto que Troya llegó a ser conocida como "La dueña de Asia".

los conflictos del universo masculino

Hécuba fue su segunda esposa y con ella tuvo la descendencia más reconocida e importante: entre quienes se encontraban Héctor, Paris, Casandra más otros 47 hijos en algunas versiones.

Cuenta la historia que Casandra era una hermosa joven. Su nombre significaba “la hermana de los hombres”, puesto que estaba rodeada de un fuerte universo masculino. Incluso era sacerdotisa del Templo de Apolo, dios ánimus por excelencia que promovía el desarrollo de la inteligencia y la consciencia pero repelía las emociones y los sentimientos. El mismísimo Apolo con todo su esplendor, estaba perdidamente enamorado de Casandra y le había prometido los dones de la profecía a cambio de un encuentro carnal. Casandra accedió y recibió en primer término la capacidad de predecir el futuro y tener visiones, todas comandadas por el dios del Oráculo de Delfos. Este magnífico dios, si bien era hijo dilecto de Zeus y una figura de amplio culto en la antigüedad, no era precisamente afortunado en el amor. Hemos dicho que su potestad era la razón, no los sentimientos. Pues bien, una vez que ofreció a Casandra los dones prometidos, la joven lo despreció y no cumplió su parte del pacto. Por ello fue castigada. Apolo le escupió la boca y sentenció que todas las palabras que pronunciara en son de profecía, no serían creídas por nadie.

Tramas Familiares (ver parte 1)

Así fue que Casandra profetizó la caída de Troya a manos del famoso caballito creado por Odiseo, pero nadie le creyó. Una vez que Troya cayó, fue vendida como segunda esposa a Agamenón. También profetizó su muerte a manos de su primera esposa Clitemnestra pero el soberano tampoco le creyó. La tragedia se fue propagando en un tejido sin fin en donde Casandra oía las voces del futuro, intuía la pretensión de acontecimientos, pero nadie le daba crédito.

Esta hermosa jovencita tuvo varios enamorados, entre ellos uno de los hijos de Hércules, pero también lo rechazó incitándolo a que seduzca a su hermana. Otro de los significados del nombre Casandra es “la que enreda a los hombres”, y también le hizo honores a ese sentido. Casandra estaba rodeada de un poderoso universo masculino: un padre que era un enérgico gobernante, un hermano que era un magnífico guerrero, una ciudad que adoraba a Apolo y Atenea por sobre todos los dioses, etc. Sumado a eso, la ciudad arrastraba conflictos con el Dios Poseidón desde la época de su abuelo Laomedonte, que tuvo que enfrentar al monstruo marino que casi devora a Hesíone, su hija mujer y representante del universo femenino. El conflicto con Poseidón significa, a nivel simbólico, la imposibilidad de integrar las bravías emociones, el agua que anida como componente psíquico universal en todos nosotros. Poseidón es el colérico dios de los mares, el rey de las emociones indomables que lleva su vida tirada por las feroces yeguas que emergen de las aguas primitivas, del complejo materno. Este dios acuático tuvo disputas con Atenea y Apolo en algunas oportunidades y esto es lógico dado que representan aspectos arquetípicos casi contrarios: la razón, la lógica, el logos, versus las emociones, la cólera indomable, el sentimiento enceguecido.

Troya inició su conflicto con Poseidón y con la traición a Hércules. Laomedonte, padre de Príamo, hundió su familia en desgracia por no querer cumplir un pacto. Generaciones más tarde, su nieta Casandra tampoco cumple su pacto pero con el dios contrario: Apolo. Vamos viendo la bajada en cascada de la trama familiar en un tapiz que repite patrones que necesitan compensarse.

Además, no olvidemos que la entrada a la inexpugnable ciudad de Troya, se hizo a través del caballo construido por Odiseo. Los troyanos creyeron que era una ofrenda al Dios Poseidón. Dejaron entrar las emociones a su recinto largamente protegido en las murallas de la razón, bajo la égida de Apolo y el efecto de la polarización no tardó en llegar. De tanto mantenerse en el polo masculino, era claro que la emocionalidad proveniente del complejo materno primario inundaría Troya tarde o temprano. Esto está lejos de ser un relato fantástico: es lo que pasa a cotidiano dentro de los sistemas familiares y de los psiquismos individuales. Jung mostraba, siguiendo a Heráclito, como todo tiende a convertirse a su contrario y que las identificaciones unilaterales con un polo hacen que el polo contrario y reprimido deba expresarse como un destino inexorable.

Hoy existen también familias como las de Príamo, donde el universo masculino y la razón priman y reprimen las emociones. En esas familias el afecto circula con dificultad, las emociones no son demasiado expresadas y el desarrollo de sus miembros suele pasar por la exigencia de grandes logros y estándares de valores y comportamientos. Príamo levantó a Troya de las ruinas, Héctor fue el mejor guerrero de su época, Paris enamoró a la mujer más bella del mundo y Casandra, que no quería quedarse atrás, añoró el peligroso don de la profecía. Este tipo de familias “animus”, donde el universo masculino prepondera, empuja a sus miembros a obtener éxito y realización. En su faz positiva son sistemas que promueven la inteligencia, la lucidez, la capacidad de resolución y el deseo de trascendencia en la vida. En su sombra, encorsetan las emociones y reprimen los aspectos femeninos complementarios que permiten la plenitud psíquica.

Podemos ver lo difícil que es para una Casandra vivir siendo “la hermana de los hombres”. Ella es joven y hermosa, el amor toca su puerta varias veces, pero no hay demasiado lugar para las emociones. También es profeta, pero nadie le cree. Las “Casandras” que vemos crecer en este tipo de sistemas patriarcales, son voces no escuchadas ni legitimadas. Apolo echó su maldición sobre ellas y aunque sean sabias y profundas, el universo masculino hace caso omiso de su opinión. El destino de Casandra es un fenómeno que adquiere sentido en el contexto de un organismo familiar que hacía tiempo manifestaba dificultades para integrar las emociones.

Sabemos que la historia de Troya termina en tragedia: el caballo de Poseidón ingresa y destripa la ciudad por dentro, las emociones y el desenfreno borran el orden perfecto de la sede de Apolo, Príamo ver morir uno a uno a sus hijos sintiendo entonces el dolor más hondo que se puede experimentar, los templos de Apolo y Atenea caen y sus estatuas son derrumbadas. Esta es la historia de una polarización extrema, es una enseñanza de sabiduría que nos da la primera forma de psicología que existió: la mitología.

Si sabemos leer los símbolos y escuchar las voces, podemos fortalecernos con estos relatos terapéuticos ¿Cuál es la salida para evitar la tragedia? Sin dudas hacer un trabajo para integrar más armónicamente las emociones de Poseidón que forman parte de nosotros. Cuando los sistemas familiares, cual bandada de pájaros, viran unilateralmente a la derecha y olvidan la izquierda, no puede esperarse otra cosa que la catástrofe. Todo debe compensarse por lo cual lo reprimido pujará por expresarse, como decía el maestro Freud, y el universo femenino de la Gran Diosa se cobrará su venganza por haber sido olvidada.

La familia de Príamo es dorada, exitosa, ambiciosa, orgullosa y sumamente brillante. Pero deben soportar la humillación de que el caballo de Poseidón ingrese burlando sus defensas y destroce todo lo alcanzado. Casandra debe aprender a sobrevivir en un ambiente hostil a las emociones. Como mujer debe hacerse espacio siendo “la hermana de los hombres”. Lograr esto sin perder la cualidad femenina es un acto psíquico que muchas mujeres debemos transitar, y esto es independiente de tener o no fuertes presencias masculinas en el sistema familiar. A menudo se trata de la bajada arquetípica de una sociedad que aún es patriarcal, o de la identificación por generaciones con modelos masculinos que dejaron a las mujeres en el lugar de Amazonas que debe guerrear para sobrevivir. Otras veces, definitivamente la familia cumple con los roles arquetípicos del sistema de Príamo y aparece Héctor, Paris y Casandra por doquier.

Terapéuticamente es un gran trabajo conducir a las familias que valientemente se animan a re-pensarse, a hacer lugar a las emociones y aprender el lenguaje de lo femenino. Re-valorizar el otro polo, fortalecer los aspectos ánima, comunicarse intuitiva y sentimentalmente, son parte de los esfuerzos a realizar. Sin dudas las emociones descontroladas de Poseidón no son ni más ni menos que la otra cara de la perfección de Apolo. Si Apolo y Poseidón pudieran colaborar dentro de nosotros, la vida sería más íntegra, más Uno.

Recordemos que tomamos solo algunas hebras del mito, tratando de realizar una sencilla adaptación que promueva el pensamiento sobre nuestro presente. La mirada mitológica sobre las tramas familiares es algo fascinante que echa nueva y “vieja” luz sobre las problemáticas y las soluciones. Paso a paso iremos mencionando y analizando más familias mitológicas: desde Grecia, Egipto hasta las familias legendarias como la del Rey Arturo o las históricas y dramáticas familias monárquicas como la dinastía Tudor. Vamos a descubrir resonancias, que si bien no serán un calco idéntico a nuestro presente, abrirán reflexiones que siempre son Nueva Consciencia.

Autora:
  • Lic. Marcos
    Posteado el 15 de Junio de 2017

    Psicóloga, Master en Psicología Analítica Junguiana
    Formada en técnicas sistémicas y abordajes familiares.